viernes, 29 de abril de 2011

lectura recomendada: crítica literaria

Calderón. Icono cultural e identitario del conservadurismo político de Jesús Pérez-Magallón. Madrid. Cátedra (colección Crítica y Estudios Literarios). 2010 

Desde la revisión de Juan Nicolás Bölh de Faber, con sus Vindicaciones de Calderón y del Teatro Antiguo Español contra los afrancesado en literatura (1820), la figura del poeta y dramaturgo Pedro Calderón de la Barca siempre ha estado envuelta en un halo de conservadurismo e integrismo patriótico y religioso difícilmente de contrarrestar por parte de la crítica: ese Calderón, máximo exponente del casticismo hispano frente a los intereses ilustrados extranjeros se convertía, en verdad, en arma arrojadiza frente al pensamiento liberal. Sombra que, incluso, aceleró y determinó la aceptación de un corpus ortodoxo de toda su producción dramatúrgica, excluyendo― quizá por la incomodidad que suponía aceptar tal desviación― todo su teatro breve, de corte heterodoxo, por ejemplo. Tal consideración tuvo, finalmente, su punto culminante en el segundo centenario de su muerte, en 1881: una dura polémica que enfrentó a quienes lo consideraban una gloria literaria nacional y quienes, además, de eso, lo encumbraron a la categoría de emblema del catolicismo conservador. En la memoria de todos queda aquel famoso brindis de Marcelino Menéndez Pelayo: «por la nación española, amazona de la raza latina, de la cual fue escudo y valladar firmísimo contra la barbarie germánica y el espíritu de disgregación y herejía que separó de nosotros a las razas septentrionales». Un brindis, pues, que marcó la lectura posterior de uno de nuestros más admirados clásicos literarios.
Justamente el libro Calderón. Icono cultural e identitario del conservadurismo político (publicado en la siempre rigurosa editorial Cátedra) cuyo autor es Jesús Pérez-Magallón nos muestra el cómo, el por qué y el quiénes de todo ese proceso de mitificación y desmitificación postrera: es decir,  analiza, con buena y ajustada precisión, las primeras valoraciones neoclásicas (que oscilan desde la admiración por el gran dramaturgo, hasta la más ideológicamente encontradas frente a la impronta francesa), pasando por el integrismo romántico y el concepto de raza, hasta llegar, precisamente, a ese último eslabón del Centenario y su utilización político-cultural por parte del franquismo tras la guerra. Altibajos que señalan la incómoda labor de querer trazar un mapa sobre la aceptación, lectura e ideologización del teatro calderoniano desde la perspectiva contemporánea: por ello el libro parte de una visión actual del propio Calderón, que debate y problematiza desde un planteamiento crítico-metodológico marxista.
Ciertamente, el lector encontrará interesantes aportaciones al estudio de Calderón, pero no de sus obras: nada nos lleva hacia una hermenéutica del texto, sino hacia un debate con la tradición crítica calderoniana. Quizá resulte incomprensible la ausencia de una figura determinante en dicho debate: Ángel Valbuena Prat, quien, con su tesis sobre los Autos Sacramentales de Calderón, en 1924 (Revue Hispanique) abrió una nueva perspectiva en torno al autor barroco. Tal vez aquella que más llamó la atención a los jóvenes dramaturgos de la época de preguerra. Sintomática ausencia que no desmerece, sin embargo, el excelente trabajo de documentación, reflexión y problematización que lleva a cabo Pérez-Magallón, pero sí que lo merma en su capítulo final.
No obstante este libro debe considerarse ya como obligatorio referente para aquellos que quieran adentrarse en el estudio del teatro de Calderón de la Barca, básicamente porque busca hacernos testigos de cómo su figura se ha ido llenando de lecturas ideologizadas, cuyo fin no solo ha sido el de ubicar a un autor y su obra dentro de un panorama cultural y literario nacional, sino también el de guiar un acercamiento a su obra: juzgar sus intenciones, su tramoya intelectual y su lenguaje. En verdad, el libro de Pérez-Magallón clama por hacerle justicia al dramaturgo universal, no al emblema nacional.

aforismo para el fin de semana

Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta el rostro que les ha dado la vida y con sesenta el que se merecen

(Albert Schweitzer)




no dejemos de soñar...

jueves, 7 de abril de 2011

aforismo para el fin de semana


El cielo se gana por favores. 
Si fuera por méritos,
usted se quedaría fuera y su perro entraría.

Mark Twain


lunes, 4 de abril de 2011

Lectura recomendada


 Crítica de los géneros literarios en el «Quijote». Idea y concepto de «género» en la investigación literaria.
Jesús G. Maestro


Que el profesor de la Universidad de Vigo, Jesús G. Maestro, sea autor de un brillante libro sobre teoría literaria o sobre algún aspecto de la obra cervantina a nadie sorprende: parece difícil que un estudio firmado con su nombre no sólo presente la marca del rigor y de la precisa documentación bibliográfica, sino que también se muestre crítico allí donde debe serlo y atrevido en los campos de opinión donde, hoy por hoy, resulta casi imposible encontrarse con opiniones encontradas. No podemos más que celebrar, de nuevo, una de sus más recientes publicaciones, Crítica de los géneros literarios en el «Quijote». Idea y concepto de «género» en la investigación literaria (Editorial Academia del Hispanismo, 2009); pues confirma todo aquello que un estudio exhaustivo y académicamente sobresaliente cumple: primero, la determinación y delimitación de un método y una terminología hábil para el estudio y la reflexión (desde las teorías de Porfidio hasta las de Plotino en torno al concepto de género, por ejemplo), sin eludir concordancias y discrepancias, principalmente cuando la determinación de los géneros se basan, como así ha sido en ocasiones, en criterios subjetivos sobre los normativos. De ahí, pues, que proponga el Materialismo Filosófico como cauce teórico para el más completo acercamiento a la teoría literaria, al hecho literario (y a la obra como tal) como totalidad,  pues dentro de un espacio gnoseológico es capaz de atender a las partes como al todo (esto es, el triple eje sintáctico, semántico y pragmático). 

En segundo lugar, establece una atrevida teoría exposición de la poética de los géneros literarios desde los propios presupuestos del Materialismo Filosófico, lo que convierte a su libro en un auténtico plan metodológico que sabe combinar teoría y práctica, hipótesis y resultados. Y, francamente, el fruto final resulta esclarecedor (y parece imposible que así sea, en ocasiones) y enriquecedor, porque es aquí donde Jesús G. Maestro sobrepasa los límites del cervantinismo y nos lleva hasta la ribera de los estudios literarios en general, remarcándonos hasta un total de nueve predicados gnoseológicos (como él mismo los bautiza): canon (considerado como aquellos componentes determinantes de una obra literaria; por ejemplo, la presencia del narrador en la novela), el atributo (aquellas cualidades específicas que definen el género: espacio, personajes, tiempo, etc. véase la diferencia que existe entre lo narrativo y lo teatral), la potencia (como los constituyentes que singularizan una obra dentro de su propio linaje), el paradigma (conceptos ofrecidos en la especie que definen el género: novela picaresca, por ejemplo), la facultad (signos de cambio de una obra dentro del propio género), la propiedad (cualidades que singularizan una obra dentro de su especie), el prototipo (como las partes categóricas que resultan reproducidas en otras obras literarias), la característica (elementos que integran básicamente una obra) y el accidente (aquellos componentes distintivos de una obra reproducidas en otra: véase, por ejemplo, la metáfora o la metonimia).

Evidentemente el factor de riesgo es tal a la hora de aplicar esta teoría al análisis de las obras literarias que el Jesús G. Maestro ha pensado que lo mejor sería aplicarlo en aquella que, precisamente, reflexionaba, cuestionaba y ampliaba todos los géneros a un mismo tiempo: el Quijote. Apuesta que el autor gana, y con solvencia: a nadie escapa que el Quijote presenta como una de sus máximas novedades a la historia literaria su concreta composición, así como su estructura y la combinación de diferentes géneros narrativos, poéticos y teatrales. No estaba su novedad, pues, en la fusión de géneros, sino en cómo lo realizaba, sin desdeñar la propia reflexión interna mediante los comentarios de los personajes, envueltos de una locura exculpatoria para los poderes inquisitoriales de la época. Esto, además, convierte al estudio de Maestro en indispensable manual de consulta para los actuales cervantinistas, pues abre el camino de su interpretación partiendo de su forma, de su misma estructuración significativa: es decir, cómo en el análisis de las partes combinadas se es capaz de atender a un todo armónico y significante.

Ahí radica, en definitiva, una de las más atrevidas lecturas de esta obra. Estamos, sin duda, ante uno de los estudios que marcarán los futuros pasos por las lindes cervantinas no sólo por lo que ofrecen sus páginas, sino también por el vasto material de reflexión que garantizan sus conclusiones. Cabe celebrar, por tanto, la publicación de un libro como éste, en estos tiempos en los que el rigor, la claridad y la profundidad no están tan de moda en este académico maremágnum en el que vivimos.






Crítica de los géneros literarios en el «Quijote». Idea y concepto de «género» en la investigación literaria. 
Editorial Academia del Hispanismo, Vigo, 2009, pp. 540

 Jesús G. Maestro es profesor Titular de la Universidad de Vigo. 

Para más información:  http://academiaeditorial.com
 

viernes, 1 de abril de 2011